EL HUNDIMIENTO DEL BUQUE ESTRELLA JAPONES
EL YAMATO LIQUIDADO EN LAS POSTRIMERIAS DE LA II GUERRA MUNDIAL
Por: Dennis Falvy
Del Blog ABC arquelogía naval, copio este estupendo artículo de Javier Noriega , publicado en abril del año 2,015 sobre este buque orgullo de la armada japonesa. Y que se titula : El hundimiento del “samurai de hierro”. El naufragio del Yamato.
El Yamato, símbolo de poder naval que proporciona a nuestros oficiales y marineros por igual, un profundo sentido de confianza en su armada». Shigeru Fukudome, jefe de la Sección de Operaciones del Estado Mayor de la Armada Imperial Japonesa.

Columna de humo de la explosión del Yamato a las 14.27 del 7 de Abril de 1945
Tal día como ayer, en la madrugada del 7 de abril de 1945, hace justo 70 años, la tripulación del Yamato ya se encontraba en sus puestos de combate completamente listos para enfrentarse al mayor temor que tenían comprobado hundían sus barcos; el de los bombarderos en picado y los torpederos navales americanos.
A las 14.23, precisamente en estos mismos instantes en el que publicamos este post, el acorazado Yamato desaparecía sumergiéndose entre las aguas. Dejaba de ser una de las más poderosas naves de guerra de todo el Pacífico, todo, para convertirse a partir de ese momento en un pecio submarino. En estos mismos instantes, pasado el mediodía y hace 70 años atrás, aquel inmenso acorazado se arrastraba hasta el fondo marino para quedar depositado en el lecho marino para siempre jamás. La historia de su hundimiento, si no la conocen, es toda una epopeya. Increíble su resistencia. Su caída, su heroísmo. Esta es su historia.

El Yamato, ya herido de muerte, obsérvese que se hunde por la popa en su última estela
La primera aeronave aliada contactó con la Fuerza Especial de Ataque de Superficie a las 08:23 y poco después llegaron lo de siempre, dos hidroaviones de avistamiento para comprobar la señal.
El pájaro había encontrado al dragón. Bingo. Sobre las 12:30, 280 aviones bombarderos y torpederos llegaban furiosos sobre la formación japonesa, en donde el Yamato actúa como columna vertebral de defensa.
Aquello tuvo que ser una imagen de película. El primer avión se precipitó a atacarlo a las 12:37. A las 12:45 haría Impacto un único torpedo en la parte delantera a babor del Yamato, conmocionando a todo el navío y del cual aún a día de hoy se acuerdan muchos de los testimonios orales que nos hablan del naufragio.
El ataque finalizó a las 12:47, dejando al acorazado con una terrible escora de 5-6° a babor, que quedaría en sólo 1° gracias a la contra inundación.
Sería el principio del fin. A raíz del os impactos, explosiones y fuego por todos lados. Las salas de calderas queda deshabilitada, reduciendo ligeramente la velocidad del acorazado.
Sobre la cubierta, un incesante fuego de metralla, incapacitado a muchos operadores de los cañones antiaéreos de 25 mm. Los principales valedores y defensores eficaces en ese momento del buque.
Sin ellos, la nave comenzaría su lenta agonía, el paraguas que la protegía de aquellos pajáros de acero que arrojaban bombas y torpedos estaba menguando, siendo cda vez menos numerosos. El segundo ataque dío comienzo justo antes de las 13:00. Sería el último y definitivo.

Foto aérea del Yamato en la batalla naval del golfo de Leyte. Se puede apreciar uno de los impactos en la cubierta de una de las bombas de las aeronaves norteamericanas.
En una ofensiva coordinada, bombarderos en picado sobrevolaron la zona a gran altura para comenzar sus pasadas, mientras los torpederos se aproximaban por todas direcciones justo al nivel del mar.
Era la forma de zafar y cazar a aquel monstruo marino con eficacia certera. Atacado por todos los lados, y con la sala del timón ya bajo el agua, el barco perdió toda maniobrabilidad y quedó desahuciado para siempre con un desesperante y eterno giro a estribor, cuestión por otro lado que también que tuvo que sufrir el Mushashi, su gemelo, en el momento de su hundimiento un año atrás, su movimiento en se, evadía en todo momento aquella abrumadora superioridad aérea.
Es curioso, la historia se repetía. El golpe de gracia del destino de las dos moles de acero, los dos buques insignias más famosos de toda la Segunda Guerra Mundial. Tanto el Bismarck, como el Yamato, quedaban abandonados a su suerte y naufragarían para siempre, por la ingobernabilidad del buque en el momento de la incapacitación de gobierno y maniobralidad
Una “danza de la muerte”, esa circular, y en este caso a babor, que metafóricamente podemos ver y pudieron contemplar como sus últimos momentos en la superficie marina. Los últimos minutos antes de entrar para siempre el el Reino de Tanathos y de Poseidón. Un mundo frío y oscuro bajo el azul del mar.

Fotografía áerea de los últimos momentos del Yamato, en maniobra evasiva
A las 14:02 se dio la tardía orden de abandonar el barco. Los incendios ardían sin control en varias secciones del navío y las alarmas de incendios comenzaron a sonar en el puente, advirtiendo a todos, que las temperaturas críticas en los almacenes de municiones de las torretas, llegaban a temperaturas insoportables.
Los testimonios que han legado algunos de los pocos marinos supervivientes son esclarecedores. Almacenes que estaban hasta los topes de munición, ya que en aquellos días aciagos de los últimos meses de guerra, aquella operación a mar abierto seria la ultima que realizaría.
Su último destino sería en convertirse en baterias flotantes estáticas. Pasase lo que pasase, la nave debía ser fondeada en un arrecife cercano, para servir de defensa fija.
No sólo los Kamikazes y su viento divino habitaban en las cabinas de los aviones. Uno de los mayores y más modernos acorazados de la historia terminaría como le ocurrió al viejo Neva ruso en la defensa de Leningrado, anclado a un lago helado destinado a tirar a todo pájaro que volase por allí.
Lo derribó, mejor dicho lo hundió el stuka de Rudel. Pero no quiso guardarle este destino de can cerbero al Yamato. En su lenta agonía, hacia las 14:20 se extinguió la energía eléctrica y sus baterías de 25 mm comenzaron a caer al mar. .
Tres minutos después el Yamato volcó. Sus torretas principales de 460 mm se desprendieron de las barbetas, y el volteo del acorazado creó una fuerza de succión que atraía a los tripulantes que intentaban nadar lejos de él.
Cuando el giro alcanzó aproximadamente los 120° uno de los dos almacenes de proa detonó en una tremenda explosión. La nube negra con forma de hongo resultante, que llegó a alcanzar los 6 km de altura, se pudo ver en Kyusu, a 160 km de distancia. Ayer nos lo recordaba detalladamente en Twitter el gran e inteligente historiador naval Phil Weir. Su fotografía tiene una plástica impresionante. Sin lugar a dudas, aquellos que pudieron contemplar aquello en directo difícilmente podrán olvidarlo.

El Yamato en reparacion del dique seco en la base naval de Kura

Impresionante detalle de la replica del Yamato en el puerto y astilleros de Kure. Véase la importante cantidad de piezas de defensa antiaérea. A pesar de esto no fue posible evitar su derrota.
Impresionaba, seguía haciéndolo, ver 70 años después en nuestras pantallas de los smartphones, aquellas fotografías en blanco y negro de tiempos tan lejanos. A la vez tan cercanos. Era el fin de un símbolo para la cultura militar japonesa. La de uno de sus principales esfuerzos por dominar los mares en plena época contemporánea. En una en la que chocó frontalmente con el sentido pragmático y profesional de la superpotencia que posiblemente a partir de la victoria en esa guerra, alcanzaría el el liderazgo mundial hasta la fecha

Diorama e nos explica la situación exacta del naufragio del Yamato en el lecho marino en la actualidad
A las 12.23 aproximadamente el Yamato se hundió rápidamente llevándose consigo la vida de unos 2055 hombres de una tripulación de 2332, incluido el vicealmirante Ito, comandante de la flota que moría con su barco.
Como mandan los antiguos cánones en las marinas de guerra. Precisamente a esa misma hora, y de forma simbólica, 70 años después, publicamos en espejo de navegantes esta historia para servir de recordatorio de la historia.
Dicen que recordar es vivir dos veces, en el post de hoy analizaremos su hundimiento, su símbolo y especialmente lo que hacemos en espejo. Su naufragio y condición de yacimiento arqueológico submarino. En este caso, y en atención de los héroes que murieron en heroico acto de valor. También como tumba de guerra.
Recuerdo nostálgico del “Samurai de hierro”
Es curioso, en el 2005, el director de cine Toei estrenó la película Yamato, de 143 minutos de duración y basada en un libro de Jun Henmi, para conmemorar el 60.º aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial.
Desconozco si seria el mismo día y a la misma de su hundimiento, como nos permitimos hoy hacer en espejo de navegantes, pero lo que si sabemos, es que la película fue todo un éxito de taquilla y sobre todo de crítica. La película, a los que gusten del cine histórico y bélico, no tiene desperdicio y magníficamente asesorados desde un punto de vista histórico, recrea los últimos momentos de este símbolo de la industria militar japonés. Y lo hace de una manera muy cercana, y sobre todo, gracias a los impresionantes efectos especiales.
Japón se apunta y en este sentido recordamos el recién post de Jesus Calero, aquí en espejo de navegantes, a la esencial cuestión de cine y memoria naval. Poderoso y evocador recuerdo que sirve para hacer películas sobre capitanes de mar y de guerra, almirantes holandeses, y en este caso marinos de la armada Imperial japonesa.
Y el cine japonés lo hace magistralmente sobre uno de sus más recientes e imponentes hechos históricos y navales, que no necesariamente tiene que apuntalarse en siglos de antigüedad. La valentía parece que no tiene edad ni fronteras.
Y el homenaje que Toei realiza al Yamato queda registrado en esa memoria visual tan importante que es el cine, además de servir para sensibilizar y dar a conocer al ciudadano su historia. Todos se apuntaron al carro, incluso la conocida marca de modélismo japonés, Tamiya, lanzó una edición especial de modelos a escala del acorazado en conjunción con el estreno de la película. Basada en el libro Yamato de Jun Hemi, el filme es una historia sobre los marinos a bordo y los conceptos del honor y el deber. El largometraje fue exhibido en más de 290 salas de cine de Japón, recaudando en poco tiempo más de seis milones de yenes.

Un símbolo, Un concepto anticuado para una guerra moderna
Japón se preparaba, como su bandera, a forjar un nuevo amanecer en la geopolítica mundial y en esto de la hegemonía de los mares, sus principales centinelas y estandartes, así como esfuerzos, se concentrarían en sus acorazados.
El Yamato, su principal exponente junto a su hermano gemelo. El Mushashi. Con estas dos moles acorazadas, el país del sol naciente realizaba un gran esfuerzo para asegurarse de que su construcción se realizase bajo total secreto, y así prevenir que la inteligencia estadounidense supieran de su existencia y especificaciones.
Y esto se debía a una cuestión muy sencilla. Su estrategia se basaba en el poderío de los cañones que portarían sus dos acorazados. La artillería más potente de toda la Segunda Guerra Mundial. Y es curioso, llegaban tarde y no lo sabían.
El concepto de disponer como eje vital de su estrategia a llegar mas lejos y más potente en su golpe de cañón, llevaría parejo un esfuerzo de diseño y construcción sin parangón, que si tenemos en cuenta los resultados, no tendría el efecto que se esperaba.
Las doctrinas navales comenzarían la guerra ancladas aún con el lejano retumbar de los cañones de las míticas batallas navales de Jutlandia y Port Arthur. Con esas enseñanzas navales, se enseñaría en las academias militares navales a los futuros oficiales de la Armada imperial.
Y junto a esas enseñanzas, que resultarían estáticas en un mundo de cambios (y en donde la fuerza aeronaval se alzaría como verdadero vector determinante en la guerra del Pacífico), las doctrinas teóricas, iban paralelas a la construcción de sus armas definitivas. en cierto modo se probaban en el propio escenario de guerra.
No había tiempo para más. Como parte del secreto, los japoneses se referían a su armamento como cañones de 406 mm, y no fue hasta el fin de la guerra cuando se supo el verdadero desplazamiento y calibre de las armas de esta clase de acorazados, de la que el Yamato fue el líder.
Algunos aún se preguntan como los japoneses no repitieron las tácticas de acoso al comercio, que Dönitz hizo célebre con sus lobos grises. Que en el caso de los acorazados, como el Graf Spee, llegaban hasta las postrimerías del Sur de América. Desde luego en el pacífico no había poortaviones suficientes para controlar la inmesidad de un océano que era mucho más inmenso que el Atlántico.
En suma, y sin poder volver atrás a la historia, la ceremonia de la botadura del Yamato, fue más austera de lo habitual, porque los japoneses continuaban ocultando las características de su acorazado. En silencio, y saliendo de su puerto y base matriz en silencio, aquella maquina de guerra comenzaba a realizar sus primeras travesías de adiestramiento y verificación. Y lo hacia a toda prisa. La guerra imponía su salida meses antes de lo previsto.

Preciosa fotografía de maniobra evasiva del Mushashi.

Los dos acorazados gemelos en maniobras. El Mushashi se diferenciaba respecto al Yamato en una sola cuestión. Mayor capacidad de baterias antiaéreas
Una semana después de Pearl Harbour…
Todo tiene un porque… La inteligencia y sus ingenieros partían de una base bien clara, reconocer que Japón no podría competir con la producción de los astilleros de los Estados Unidos una vez estallara la guerra.
Por este motivo diseñaron a los buques de la clase Yamato para ser capaces de enfrentar numerosos tipos de buques enemigos al mismo tiempo.
Los acorazados desplazaron cada uno 70 000 toneladas y se esperaba que su enorme potencia de fuego compensara la mayor capacidad de producción naval estadounidense.
Se demostraría que no fue así. Incluso la metáfora del enjambre de aviones navales americanos, fruto de las cadenas de montaje norteamericanas, serían su verso final.
Pero eso sería unos años después en nuestra historia. En aquellos momentos de preparación y temerosos de que los Estados Unidos supieran de las especificaciones del acorazado, los japoneses incluso llegaron a cubrir con un pabellón una parte de la grada para ocultarlo.
La batería principal del Yamato consistió en nueve cañones de 460 mm, el mayor calibre de artillería naval jamás montado en un buque de guerra. Nombrado en honor de la antigua provincia japonesa de Yamato, el barco fue puesto en grada el 4 de noviembre de 1937 y entregado formalmente una semana después del ataque japonés a Pearl Harbor 1941. El principal rival marítimo de America en el Pacífico al poco tiempo seria bautizado por las tripulaciones de los cruceros y destructores estacionados en el Pacífico Sur como «Hotel Yamato». La historia de este particular hotel seria curiosa.

Planimetria naval de los ingenieros de la Armada Imoerial Japonesa. En el caso del Yamato su construcción fue una operación titánica del Imperio. En su clase se depositaban las esperanzas de futuro
La historia “hotel Yamato”. El acorazado testigo del ocaso
A lo largo de 1942 actuó como buque insignia de la Flota combinada japonesa, y en junio de 1942 el almirante Yamamoto tuvo el honor de dirigir desde su puente la desastrosa batalla de Midway.
Es curioso porque el Yamato sería testigo, como no lo pudo ser en Pearl Harbour, de la victoria. Del inicio del fin, del primer paso para la pérdida de la hegemonía Imperial sobre el Pacífico.
La desastrosa derrota para la fuerza de portaaviones de Japón, con cuatro portaaviones hundidos y 332 aviones destruidos, inclinaría estratégicamente y para siempre la balanza de la estrategia en la guerra entre Estados Unidos y el imperio del sol naciente.
Y curiosamente en esta batalla, aquello poderosos acorazados no pudieron hacer sencillamente nada. A un buen observador que podría abstraerse del momento, con el tiempo se vería más fácil, darse cuenta que los verdaderos protagonistas, como decíamos antes eran las impresionantes operaciones aeronavales y la inteligencia de los estrategas de dichas operaciones.
La batalla de la mar, se ganaba por el aire. Y es precisamente por esto. Por la terrible derrota que vendría del aire, lo que condicionaría la nueva configuración del acorazado.
También la muerte del mito del Bismarck en Europa, con su toque mortal por los torpedos de los Swordfish del Ark Royal Británico sobre el buque insignia alemán, lo que incidiría, junto con el desarrollo de la guerra, de incluir mejoras en el blindaje de sus torretas antiaéreas (comenzaría con un número de 25 para terminar con un total que sumaba los dos centenares) y sobre todo, en los controles del timón.
Posteriormente y casi de forma anecdótica, gracias a su gran capacidad de almacenamiento y su grueso blindaje de protección, el Yamato y el Musashi fueron empleados como barcos de transporte. Les ocurría, en este tablero de ajedrez que suponía los mares, como a la partida del almirante Lutjens en el teatro bélico Europeo.
Eran tan poderosos, pero a la vez tan frágiles aquellos acorazados, que había que moverlos con suma prudencia. Y con esta prudencia nunca se ganan guerras, y digo esto, porque en el caso del Yamato, tras el impresionante esfuerzo que supuso su construcción, apenas, como veremate. Principalmente por el miedo a perderse

Fotomosaico de la victoría estratégica norteamericana por excelencia; Midway. Sus repercusiones fueron el salto adelante del ejército estadounidense.
Fruto de su fragilidad, el ejemplo de un encuentro de combate. En esta ocasión con el submarino norteamericano Skate, que disparó una salva de cuatro torpedos al Yamato y uno le hizo impacto a estribor cerca de la popa.
La consecuencia, el desgarro y la apertura un agujero de 25 metros de ancho en su casco, destrozando la unión entre los cinturones acorazados superior e inferior. Increíblemente, y es una de las cosas que mas impresiona en comparación con los teatros europeos navales, la reparación del Yamato fue rapidísima.
Hacia falta que entrase urgentemente en acción y los ingenieros japoneses conseguirían sacarlo del dique seco en tiempo récord. Y tras esto, la batalla del mar de Filipnas, donde el Yamato, de nuevo, no participaría en la misma. La única ocasión en que disparó sus armas principales a objetivos de superficie enemigos fue en octubre de 1944, años después de su fabricación, cuando lo enviaron a atacar a las fuerzas estadounidenses que invadieron las islas Filipinas durante la batalla de la impresionante batalla del Golfo de Leyte. Junto con Truk y Scapa Flow, serían posiblemente uno de los mayores cementerios marinos del mundo de las flotas de guerra noretamericana y japonesa

Imagen de la batalla de Midway. La gran victoria norteamericana que serviría como punto de inflexión en el Pacífico.
Al final de la guerra y en un desesperado intento para frenar el avance aliado, el Yamato fue enviado a la isla de Okinawa con la misión de intentar protegerla de la invasión y combatir hasta el final.
Por esas alturas de la guerra ya se habían convertido en experimentados y veteranos combatientes, sorprendiendo incluso algunos detalles en donde se contempla el desarrollo de la guerra.
De manera taxativa se prohíbe y se eliminan casi todos los elementos inflamables del acorazado, incluyendo linóleo, ropa de cama y colchones. Las pinturas inflamables recibieron una nueva capa de silicona, y se instalaron bombas portátiles y aparatos de lucha contra incendios adicionales.
Los incendios, debido a las bombas de penetracion e incendiarias hacían estragos en las cubiertas en los momentos en los que la alcanzaban. Y es curioso, como siempre en pequeños detalles, que en un principio se pasan por alto, son determinantes para la victoria.
Si la inteligencia británica, con la invención y el desarrollo del soñar y el radar, fue capaz de resolver el principal problema que tenían los aliados cuando los u-boote, con sus hundimientos asolaban los mares y la economía Inglesa, la ingeniería japonesa no supo actuar sobre algo premonitorio y básico.
Lo que hoy en día se llaman “eyes”. La capacidad de ver, para adelantarse, proyectar y desarrollar una estrategia en un teatro bélico como es la mar. Pues bien, la mala calidad de los radares navales japoneses durante la Segunda Guerra Mundial provocó que sólo pudieran detectar grandes formaciones de aeronaves. Los pequeños grupos eran normalmente detectados cuando se encontraban a la vista, y esto fue uno, de muchos, de los jaques a los que se vería sometido la armada imperial.

La ultima operación del Yamato. El canto del cisne
No había más remedio que recurrir al subterfugio y al engaño para acercar a los acorazados, con su supuesto fuego certero a corta distancia, el Yamato sería fulminante. Y así, que con los tiznes procedentes del carbón de sus chimeneas, como si se tratase de una pintura de guerra, tuvieron que preparar al Yamato, para lo que sería su última operación en el mundo de los vivos.
Tras pintarlo de negro, navegar por la noche por el estrecho de San Bernardino y realizar una operación de engaño, el Yamato por fin pudo. Mostrar toda su potencia de fuego, por primera y ultima vez, en la emboscada que realiza a uno de los numerosos grupos de fuerzas norteamericanos.
El Yamato y su escolta, compuesta por el crucero Yahagi y ocho destructores, deberían navegar a isla de Okinawa y, en concierto con unidades kamikaze y del ejército allí basadas, atacar a las fuerzas de los aliados desplegadas en y alrededor de Okinawa.
Tras esto. En preparación para esta misión, el Yamato había embarcado toda la munición que era posible el 29 de marzo. Era el ultimo canto del cisne. Y así se acercaron los últimos minutos de su existencia, bombas, metralla y fuego con los que comenzaba este post y que tan bien ilustra esa fotografía en la que se ve como la nave va sumergiéndose en su estela funeraria, poco a poco por la popa.
