ESTE ABOGADO FORSYTH :TRATA DE CONVENCER
EN REALIDAD : NO CONVENCE PARA NADA ,PUES DESCONOCE EL TEMA
Por: Dennis Falvy

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Perú 21 en su edición de hoy da cabida al abogado Albert Forsyht , mientras Martín Vizcarra en el Congreso es interpelado por el caso Chinchero. Como es de dominio público , en la defensa de llevarse a cabo ese proyecto, Kuczynski se inventó que la firma de la adenda , le ahorraba al US$ 590 millones , lo cual fue la más horrenda mentira financiera desde palacio , que descalifica al Presidente y que ello es una falta de respeto y vergüenza a los que conocemos y estamos adentrados al tema financiero.
Como agregado y metiche que es , sin conocimiento de cómo se manejan los arbitrajes ,Carlos Bruce señalaba que si no se firmaba la adenda, la empresa KW y su asociado nos llevaban al Ciadis y nos ganaban. Lo que resulta ser una mentira más.
Este señor Forsith por importante que se quiera aparecer , su opinión es cuestionable sobre el tema Chinchero , además su reputación no es la mejor por las razones que fue sacado como socio uno de los l estudios de abogados más reconocidos, cambiando este de nombre a Muñiz; Ramirez; Pérez-Taiman &Luna Victoria abogados. Hace 12 años La República le dedicó por dos dias consecutivos , atención a este caballero ,nada menos que por el eximio periodista Gustavo Gorriti. Y aquí el tema :
Hay 12 millones de razones Tras el inusual comunicado de un estudio de abogados, hay historias que recién empiezan a conocerse.
Por: Gustavo Gorriti.

Fue un aviso que sonaba a adivinanza.
El martes 3, ocupando casi media página, uno de los estudios de abogados más conocidos de la ciudad anunciaba un cambio de nombre y de realidad.
El texto del aviso era corto, en apariencia claro, pero en verdad misterioso:
“Los socios del Estudio comunican que el Dr. Albert Forsyth S. ha dejado de pertenecer a nuestra institución, la que en adelante se denominará:
Muñiz, Ramírez, Pérez-Taiman & Luna-Victoria, abogados”.
Arriba, el logo del estudio: cinco columnas presuntamente greco-romanas juntas, en probable alusión a los cinco socios principales del estudio. Pero ahora, solo había cuatro apellidos bajo ellas.
En el mundo de los estudios caros (o principales, si se prefiere), de abogados, la discreción es una virtud frecuentemente más valorada que la inteligencia.
Sin embargo, este breve aviso era, por sí mismo, un escándalo silencioso. Una declaración implícita de repudio, una decisión tomada a un alto precio.
¿QUÉ HABÍA PASADO?
Aquí les contamos la historia. El asunto reventó el jueves 28 de abril.
El abogado Juan del Busto, socio del estudio Rodrigo, Elías y Medrano, llegó al estudio Muñiz, Forsyth, Ramírez, Pérez-Taiman & Luna-Victoria, con una carpeta de menos de 100 páginas en el maletín.
El efecto de la lectura de la carpeta fue, a tenor de ciertos testimonios, como si hubiera reventado una granada aturdidora entre los socios.
Del Busto traía la representación de una compañía que hasta hace pocos años había sido cliente del estudio Muñiz, Forsyth, Ramírez, Pérez-Taiman & Luna-Victoria: la constructora alemana Züblin.
Züblin es una compañía especializada en construcción minera. En el Perú, trabajó por varios años contratada por Yanacocha. Su asesoría legal en el Perú estuvo en manos del estudio de los cinco apellidos. Pero ahora, cuatro de esos apellidos se enteraban de que el quinto socio: Albert Forsyth (que no estuvo presente en esa reunión), había asesorado por su cuenta a Züblin, sin informar a sus socios. Que lo había seguido haciendo cuando Züblin terminó su contrato con Yanacocha, y que lo había hecho por sumas que llevaron de la sorpresa a la franca estupefacción a sus socios. Pero había más.
El informe de Züblin contenía una investigación internacional, policial y contable, sobre Forsyth y otros altos ex funcionarios de la compañía –con levantamiento internacional de secreto bancario–, que buscaba demostrar que Forsyth, en complicidad con los otros funcionarios, había estafado a Züblin (y a través de ella a los clientes de la compañía), por varios millones de dólares.
Según el documento acusatorio de Züblin, la magnitud del daño causado por la presunta estafa se expresaba así:
• Desvío de fondos por $12 millones de dólares. De ellos, Züblin acusaba a Forsyth de haber desviado directamente $ 2 millones 730 mil dólares.
• La insolvencia de Züblin-Perú;
• La “grave afectación de la imagen de Züblin ante Yanacocha y la SUNAT”, entre otros.
Los escandalizados socios se enteraron recién de que en Alemania había habido un juicio penal de más de dos años, con detenidos y por lo menos un condenado, juicio en el que Forsyth había sido representado por un abogado. A Züblin, decía el documento, le interesaba recuperar los fondos desviados y cobrar las indemnizaciones. Una delegación de la compañía iba a llegar al Perú en la segunda semana de mayo, para discutir esos temas.
Del Busto se retiró. Pero la carpeta quedó, y los socios del estudio Muñiz, Forsyth, Ramírez, Pérez-Taiman & Luna-Victoria pasaron a convertirse, ese día y los siguientes, en un comité de crisis.
Por lo pronto, buscaron de ubicar a Forsyth, y lo encontraron por la noche del jueves.
“Me avisaron un jueves a las 11 de la noche”, dijo Albert Forsyth a La República, en una entrevista que tuvo lugar el miércoles 4. “Yo había estado de viaje tres semanas afuera. Cuando estaba en piyama me llaman. Voy a la cita”.
El encuentro tuvo lugar cerca de la medianoche, fuera de las oficinas del estudio, y todo indica que fue memorable. Los socios pusieron la carpeta frente a Forsyth y le demandaron explicaciones.
“Me dan 24 horas”, dice Forsyth, para responder. Él pidió más tiempo para estudiar los documentos.
El viernes por la tarde y sobre todo el sábado, vencido el plazo, según fuentes dignas de crédito, los socios llamaron varias veces a Forsyth, sin poder ubicarlo. El domingo, finalmente, uno de ellos consiguió contactarlo por teléfono. “Me insisten en reunirnos el día domingo”, dice Forsyth, “Les pido más tiempo para estudiar la documentación. [Pero ellos] “tomaron su decisión el domingo”.
Esa noche y en la madrugada del lunes, los cuatro socios resolvieron expulsar del estudio al quinto, a Forsyth. Durante el día trabajaron en los detalles prácticos del asunto (ahora, hasta el sitio web del estudio muestra el cambio, aunque el nombre de Forsyth en Google todavía lleva a él).
“Pensaba responderles el lunes”, dice Forsyth. “Les hubiera explicado el tema en detalle. Hubiéramos visto cómo seguir adelante. No me dieron la oportunidad y se acabó el problema”.
CUESTIÓN DE FACTURAS
Quizá el problema no se acabó. Ni había empezado recién tampoco.
Albert Forsyth es un abogado de orígenes esforzados, que se hizo a sí mismo profesionalmente y que, aún relativamente joven, se había convertido en socio principal de uno de los principales estudios de abogados del país.
Había sido también dueño del hotel Miraflores Park Plaza, hasta lograr venderlo, en enero del 2001 a la compañía Orient Express.
Pero todavía durante la época en la que luchaba por evitar las pérdidas del Park Plaza, fue la persona que representó a la constructora alemana Züblin en sus negociación con Yanacocha.
“El contrato con Züblin fue un contrato de servicios por acarreo de material en mina”, dijo a La República Carlos Santa Cruz, vicepresidente de Newmont para Sudamérica. “Fue obviamente un contrato importante”.
Según Forsyth, Züblin y Yanacocha tenían una relación de más o menos 100 millones de dólares por año. La República no ha podido corroborar independientemente esta aseveración. Pero Forsyth tiene cómo conocerlo.
“Yo hago la entrada y después la salida de Yanacocha. Hice ambos contratos”, dice Forsyth.
Züblin facturaba sus servicios a Yanacocha dentro de un esquema –según explican fuentes con conocimiento de causa– en donde estaban precalculados tanto los costos como la utilidad. Es un sistema que, sostienen esas fuentes, simplifica los controles financieros.
Y aparentemente, ese fue el problema.
BAKER STREET
Yanacocha crecía en la década del 90, y Züblin con ella. Después de algunos años de operar en minas, la compañía alemana abrió una sucursal en Lima. Su gerente desde 1997 fue el ingeniero civil alemán Wolf-Dieter Dahl. Trabajaba en estrecha colaboración con Albert Forsyth.
Según acusa hoy la empresa Züblin, los altos ejecutivos de la compañía en Sudamérica, se confabularon para presentar facturas falsas, por servicios inexistentes, cuyo importe se quedaban. No se lo ponían en el bolsillo, claro, sino –según sostiene el informe– lo ponían en cuentas bancarias propias a través de un esquema simple de lavado por cuentas de empresas offshore.
Dahl, el número uno en Lima, habría participado en eso. Y, sostiene Züblin, Forsyth también.
En el documento se menciona, por ejemplo, una forma aparentemente burda de presentar facturas bambas a través del Miraflores Park Plaza, que entonces pertenecía a Forsyth.
Según la investigación, la facturación era tan torpe y exagerada que, por ejemplo, solo en un plazo de seis días, se cargaron varios miles de dólares al supuesto consumo de varias decenas de personas en solo dos habitaciones, las 409 y 609.
“Las facturas del Miraflores Park Plaza son ciertas”, dice Forsyth, “que todos aparezcan en la misma habitación, es consecuencia del sistema de facturación del hotel. Cuando se hace cuentas corporativas, se hace una matriz. Luego, la máquina [el programa de la computadora] le asigna una habitación”.
El problema está en que muchas de las personas que cargaron miles de dólares en esas facturas, dieron nombres tan extraños como “Dalim Tom”; que, de seis personas que un día cargan a la misma habitación, ninguno figura –de acuerdo con el informe– en los registros de Migraciones.
Además, varios dan una misma curiosa dirección: la de la calle Baker Street, en Londres. Todos los devotos de Sherlock Holmes conocen su dirección imaginaria: 221b, Baker Street.
Eventualmente, no se necesitó a Sherlock Holmes para saber que algo muy extraño estaba sucediendo con la operación de Züblin en el Perú.
SACAR LA VUELTA
La relación de Züblin con el Estudio Muñiz, Forsyth, Ramírez, Pérez-Taiman & Luna-Victoria empezó en 1996 y duró hasta el 2001. Con Forsyth hasta el 2003. En el camino, pasaron varias cosas.
La principal fue que la sucursal de Perú (y, según se desprende del informe, la de Chile también) empezó a tener serios problemas económicos.
Züblin decidió llevar a cabo una auditoría primero y una investigación en toda regla después, de acuerdo con lo que se desprende del informe.
La primera persona a la que pidieron cuentas fue Wolf Dahl, su gerente, su número uno en el Perú.
Dahl entró en pánico.
[Continuará mañana]
LA SEGUNDA ENTREGA
El 07 de Mayo del 2005; Gorriti tituló a su entrega: El gerente que cantó
