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NEW DEAL   DE FDR Y LA SEGUNDA GUERRA

CRITICAS ACERRIMAS  ( PARTE SEGUNDA)

Publicado: 2017-01-27

Por: Dennis Falvy 

ROOSEVELT BUSCÓ UN MEDIO PARA REDISTRIBUIR LA RIQUEZA SIN PASAR POR LA POLÍTICA FISCAL.

Al margen de la formación de asociaciones de consumidores, el gobierno deseaba garantizar a la población estadounidense una cierta independencia y medios para prevenirse contra disminuciones brutales de las rentas, ya fueran a corto plazo por el desempleo cíclico, o permanentes por minusvalía o vejez. En un primer momento, Roosevelt decidió crear una «Comisión de Seguridad Económica» (Committee on Economic Security) encargada de esbozar los planes de una seguridad social. La CES preconizaba en un informe enviado a Roosevelt un sistema de jubilación pagado primeramente por los futuros jubilados y luego progresivamente por las rentas del Tesoro. Pero Roosevelt se opuso a este principio que constituía según sus declaraciones una mera variante del modelo británico, conocido como dole. Por el contrario, Roosevelt deseaba un sistema que los empresarios y los empleados financiaran mediante una deducción sobre su salario y donde el Estado no interviniera. Pero frente a las numerosas críticas que se alzaron contra el proyecto, particularmente a causa de la situación inestable del empleo que hacía ilusoria una deducción estable sobre el conjunto de la masa salarial, Roosevelt y su administración realizaron algunos cambios, inspirándose en sistemas ya experimentados en otros países, con la prioridad particular de cubrir a un número más elevado de estadounidenses.


EL TEXTO CLAVE

El texto clave de este período fue la Social Security Act (Ley de la Seguridad Social), aprobada el 14 de agosto de 1935. Estableció un sistema de protección social a nivel federal: jubilación para mayores de 65 años, seguro contra el desempleo y ayudas diversas para minusválidos, las enfermedades y la invalidez quedaban sin cubrir. Los ciegos y los niños minusválidos recibieron ayudas financiadas por subvenciones federales concedidas en los Estados. El New Deal puso así las bases del Estado del bienestar. Progresivamente, el sistema cubrió una parte más amplia de la población, particularmente gracias a las enmiendas de 1939 y de 1950, pero al principio, quedó acantonado en los límites inicialmente impuestos por Roosevelt.  

En los Estados Unidos, el sistema de las jubilaciones por redistribución de la riqueza se inició también durante el New Deal, con el fin de proteger a las personas de edad avanzada de la miseria. En 2005, este sistema daba más de la mitad de sus rentas a dos tercios de los jubilados del país.

HACIA EL FIN DEL NEW DEAL

Ya en 1934 surgieron las primeras críticas. En primer lugar, contra Roosevelt, acusado por un lado de dar pruebas de conservadurismo particularmente en materia fiscal, a pesar de su propensión hacia experimentar, y por otro lado de querer encontrar un contrapeso en el poder a los círculos de negocios y del empresariado. Roosevelt también fue criticado cuando prometió declarar la guerra «A los príncipes privilegiados de estas nuevas dinastías económicas». Se vio así acusado de traicionar a «su clase», y aunque siempre había defendido al capitalismo estadounidense como la base de la recuperación, obtuvo sólo un apoyo parcial y limitado de los círculos de negocios entre los que, sin embargo, él mismo había nacido.


UN PROBLEMA ADICIONAL 

Roosevelt también se encontró desde 1934 confrontado con la «cuestión racial», dado que los demócratas no podían olvidarse del voto de los segregacionistas blancos de los Estados del Sur en la óptica de una reelección. Sin embargo, ciertos colaboradores del New Deal se preocuparon al mismo tiempo de la situación de las minorías, apoyadas entre otras por la mujer del presidente, Eleanor Roosevelt, quien defendía los intereses de asociaciones en defensa de los derechos de los negros tales como la National Association for the Advancement of Colored People (NAACP), Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color. Una oposición se desarrolló así en los Estados del Sur, que se sintieron perjudicados, particularmente a través de la American Liberty League (ALL), Liga Estadounidense por la Libertad, creada con el fin de «educar al pueblo en el carácter gratificante de animar a la gente a trabajar».

OTRO OPOSITOR MAS 

En 1935, Roosevelt debió hacer frente a otro opositor, la Corte Suprema, que invalidó varias medidas, posicionando así al gobierno en una difícil situación. En consecuencia, la NRA fue condenada unánimemente por nueve jueces, que consideraron que los códigos de competencia leal iban en contra las disposiciones comerciales de la Constitución. En enero de 1936, la AAA fue invalidada por haber creado una tasa ilegal a favor de los agricultores. A pesar de estas dificultades, la administración Roosevelt continuó aprobando leyes como la Wagner Act que compensaron en parte lo perdido con la ilegalización de la NRA. Roosevelt, testigo de una situación cada vez más tensa entre el Congreso y los Estados que reclamaban más autoridad, decidió no anunciar más sus acciones políticas de manera pública. Mientras que los republicanos hicieron campaña apoyando al Congreso, Roosevelt hizo un llamamiento a los que le habían apoyado en 1932 y los que seguían apoyándole en un discurso pronunciado el 31 de octubre en el Madison Square Garden. En las elecciones, la victoria de Roosevelt fue aplastante, ya que consiguió el voto de 46 de los 48 Estados, con una diferencia de 11 millones de votos, contradiciendo todos los sondeos y las previsiones de la prensa. Esto indicó un apoyo fuerte y popular de la política del New Deal, lo que se tradujo en una mayoría demócrata en ambas cámaras del Congreso. Gracias a una reforma de la Corte Suprema, en la que desplazó a los jueces conservadores por otros elegidos por él mismo para garantizar que las reformas salieran adelante, Roosevelt llegó a obtener más apoyo, al reafirmar la Corte su apoyo a la Wagner Act y a la Social Security Act.

LAS CRÍTICAS CRECIENTES DE LA PRENSA

Los historiadores tanto de izquierda como de derecha se han visto en general decepcionados por el segundo mandato de Roosevelt. Los numerosos periodistas, provenientes de diversos panoramas políticos, tomaron así posición contra las reformas del New Deal. Entre estos autores, se pueden citar a los de derecha, como John T. Flynn. De hecho, en 1948, Flynn escribió un libro, The Roosevelt Myth (El Mito Roosevelt) que relataba los mandatos presidenciales de Roosevelt, desde 1932 hasta su muerte en 1945. Flynn fue un fuerte opositor del New Deal, el cual llegó a calificar en 1943 como «forma degenerada de socialismo, y degradación del capitalismo». Por otra parte, consideraba que Roosevelt y su administración gozaban de una imagen heroica engañosa transmitida por la prensa, la radio y la televisión. Su obra, revisada en 1956, apuntaba, según sus propias palabras, a Franklin Delano Roosevelt tal y como fue verdaderamente entre 1932 y 1945. Flynn denunció así una tendencia «dictatorial» y «socialista» de Roosevelt.


OPINION DE OTROS PERIODISTAS 

Por el contrario, otros periodistas como Barton J. Bernstein encontraron el New Deal demasiado conservador. Así, en los años 1960, la nueva izquierda americana se mostró muy crítica hacia la política de Roosevelt: Barton J. Bernstein, en 1968, hizo una lista de las oportunidades perdidas y de las soluciones inadecuadas a los problemas económicos y sociales de los años 1930. Paul K. Conkin en The New Deal (1967) denunció una política favorable para los empresarios. Howard Zinn, en un ensayo de 1966, reprochó al New Deal el haber servido para preservar el capitalismo en los Estados Unidos.

En otro registro, los periodistas libertarios Garet Garrett y Henry Hazlitt se encontraban entre los principales críticos del New Deal. En efecto, Garrett, en la línea del libertarismo, consideraba que todo hombre era responsable de su propia existencia, y que ningún hombre podía esperar delegarle su libertad a otros, a la inversa de lo que sucedía en sistemas que forzaban la redistribución de riqueza tales como el socialismo o el comunismo. Así pues, consideraba que cambiando su autonomía y su responsabilidad por programas socialistas, los estadounidenses renunciaban a su derecho inalienable a la libertad. Por esta razón, publicó de 1933 a 1940 en las columnas del Saturday Evening Post los artículos que ponían en duda las opciones políticas escogidas por el presidente. El conjunto de estos artículos fue reunido posteriormente en una colección nombrada Salvos against the New Deal: Selections from the Saturday Evening Post: 1933-1940.

1937: UNA NUEVA RECESIÓN

A pesar de la reforma de la Corte Suprema, los demócratas se dividieron en el transcurso de 1937, mientras el país conocía su primera recesión desde el punto bajo de 1932, lo que puso en peligro la credibilidad del New Deal. Varias posiciones se confrontaron entonces: los círculos de negocios acusaron a la administración Roosevelt de impedirles realizar inversiones productivas y castigar las actividades económicas con las tasas de la seguridad social, efectivas a partir de 1937. Por el contrario, los partidarios del New Deal denunciaron una «huelga del capital» llevada a cabo por los círculos de negocios para desacreditar al New Deal, responsabilizando también a Roosevelt, que a causa de su conservadurismo fiscal tomó la decisión de reducir ciertos gastos de obras públicas para equilibrar el presupuesto, provocando de esta forma un recrudecimiento del desempleo.

En una carta particular dirigida al presidente el 1 de febrero de 1938, es decir, dos años después de la aparición de la Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero, John Maynard Keynes sugirió a Roosevelt considerar todas las críticas que recibió como válidas. Keynes explicó así que la disminución del gasto público representaba un error, y que era necesario estimular a las empresas del sector privado con el fin de facilitar la recuperación. Conforme a estos principios, Roosevelt reclamó pues una recuperación del gasto público desde el segundo trimestre de 1938. Con este fin, se desbloqueó un fondo de tres mil millones de dólares. Pero Roosevelt había salido debilitado por la recesión y el litigio con la Corte Suprema. La última gran ley del New Deal, la Fair Labor Standards Act (Ley de Normas Justas del Trabajo), que prohibía el trabajo infantil e instituía un salario mínimo, fue votada el mismo año. Con posterioridad, ningún otro texto legal superior fue ratificado en el Congreso, y el New Deal fue cediendo progresivamente su lugar a una nueva cuestión: la guerra.

LAS NUEVAS PRIORIDADES DE ROOSEVELT

La evolución de la deuda pública revela el paso a una economía de guerra a partir de 1941 y de manera más pronunciada desde 1943. Durante el periodo del New Deal (1933-1938), la deuda se había mantenido estable.

En noviembre de 1938, es decir, unos meses después de la firma de la Fair Labor Standards Act, Roosevelt explicó en una reunión privada con el secretario del Tesoro Henry Morgenthau que la guerra que se avecinaba en Europa podía ser beneficiosa para Estados Unidos en general y para los demócratas políticamente. Al mismo tiempo, Roosevelt empezó a pensar en los medios para construir la fuerza militar estadounidense con el objetivo de disuadir a otros países, evitando tener que negociar con Hitler. A pesar de las difíciles elecciones para su partido, Roosevelt fue reelegido para el tercer mandato en las elecciones de 1940, y declaró ante la prensa que no le gustaba el término de New Deal, ni su sobrenombre de «Doctor New Deal», dado que aunque hubiera solucionado los numerosos males de su país, los Estados Unidos debían enfrentarse a nuevos riesgos. Declaró así que su compañero el «Doctor Gana la Guerra» iba a tomar el relevo.


EL FIN POR LA GUERRA 

El fin del New Deal fue manifiesto en la evolución de los gastos presupuestarios, que tradujeron claramente la transición hacia una economía de guerra. En 1943, el Civilian Conservation Corps, la Works Projects Administration y otras agencias del New Deal fueron suprimidas. Al mismo tiempo, la partida de defensa y gastos militares del presupuesto pasó del 8 % en 1938 al 40 % en 1943. Finalmente, hubo que esperar hasta 1943 para que el desempleo cayera a niveles inferiores a los de 1929. Para entonces, el New Deal ya no contaba con ninguna prioridad.

LAS IDEAS QUEDARON 

A pesar de todo, las ideas del New Deal no desaparecieron totalmente con la Segunda Guerra Mundial, y desde 1944 Roosevelt reafirmó que la libertad individual no podía existir sin una cierta seguridad económica. Hasta concibió una segunda Carta de Derechos que garantizara las nuevas bases de prosperidad y de seguridad para todos, cualesquiera que fuera su condición, su raza o sus creencias. Entre estos derechos, donde figuraban la seguridad contra los azares de la coyuntura económica, derecho al empleo, precios agrícolas correctos, o derecho a un salario digno, la inmensa mayoría eran ya prioridades del New Deal.

BALANCE DEL NEW DEAL

En el plano político, el poder ejecutivo y el gabinete presidencial reforzaron su influencia sin inclinar por ello al país a la dictadura. Roosevelt supo instaurar un vínculo directo con el pueblo por las numerosas conferencias de prensa que tuvo, pero también por la utilización de la radio en sus célebres «Charlas junto a la chimenea» y sus numerosos desplazamientos. El New Deal permitió una democratización de la cultura así como la reconciliación de los artistas con la sociedad y su espíritu impregnó el país: el cine y la literatura se interesaron más por los pobres y por los problemas sociales. La Works Projects Administration llegó a poner en marcha numerosos proyectos en el campo de las artes y la literatura, en particular con los cinco programas del Federal Project Number One en favor de los artistas. La WPA permitió la realización de 1566 nuevas pinturas, 17 744 esculturas, 108 099 pinturas al óleo y desarrollar así la enseñanza artística. Pero hasta en este campo, el balance ha de matizarse: aunque los artistas estadounidenses fueron mantenidos por fondos públicos y adquirieron un reconocimiento nacional, esta política cultural se vio interrumpida por la Segunda Guerra Mundial y por la posterior muerte de Roosevelt. Desde el punto de vista de las agencias del New Deal, puede también citarse la Public Works Administration, que gastó 13 000 millones de dólares en 1942, y empleó hasta un total de 3,5 millones de parados en 1938. En cuanto a las obras públicas realizadas, se pueden citar 285 aeropuertos, 1 millón de kilómetros de carreteras, 77 000 puentes y 122 000 edificios públicos en el periodo de siete años.

FRACASO RELATIVO EN LO ECONÓMICO

El Dust Bowl es uno de los casos más conocidos de la difícil situación de los agricultores estadounidenses durante los años 1930. El agravamiento de las condiciones de estos constituyó uno de los principales fracasos del New Deal.

En el plano económico, la situación era mejor al albor de la Segunda Guerra Mundial que en 1933: la producción industrial recobró su nivel de 1929. Contabilizando como «100» la situación de 1929, el PNB en precios constantes era «103» en 1939, «96» si se tiene en cuenta el PNB/hab.

Sin embargo, el desempleo siempre se mantenía en unas cifras masivas: el 17 % de la población activa estadounidense se encontraba desempleada en 1939, o sea 9,5 millones de personas. Sin embargo, recibían un subsidio de desempleo, lo que representa una novedad con relación a la situación precedente al New Deal. La población activa aumentó en 3,7 millones de personas entre 1933 y 1939. El New Deal inauguró además un período de intervencionismo estatal en numerosos sectores de la economía estadounidense: aunque no hubo nacionalizaciones, las agencias federales desarrollaron sus actividades y emplearon a más funcionarios con título universitario. Las medidas del New Deal pusieron así las bases de la futura y así denominada superpotencia estadounidense.


A PESAR DE ELLO

A pesar de todo, el New Deal no llegó a hacer volver la prosperidad de la década de 1920, y en 1941, seis millones de estadounidenses todavía esperaban un empleo. El pleno empleo no se consiguió antes del ataque japonés a Pearl Harbor, pues recién la entrada de Estados Unidos en la guerra contra el Eje generó un gran estímulo para que la industria pesada estadounidense, una de las más amplias y diversificadas del mundo, se lanzara a participar del esfuerzo propio de la economía de guerra; el reclutamiento de tropas y la demanda de obreros en las fábricas causaron una dinamización de la economía que paulatinamente redujo el número de desempleados. Desde el punto de vista de la inversión, los resultados también fueron regulares: la oposición de los círculos empresariales a la acción de Roosevelt, e incluso su voluntad de obstaculizar el proceso, provocaron una caída de la inversión privada, que la pública no pudo compensar. Con todo, las medidas de Roosevelt permitieron sostener la demanda global, frenando su caída.

RECESIÓN ECONÓMICA DE 1937

También jugó en contra de Roosevelt, traduciéndose particularmente por un descenso del 50 % del valor de las acciones, y por una subida del desempleo que afectó a 11 millones de estadounidenses ese mismo año.

En cuanto a la agricultura, Roosevelt no llegó a ofrecer una paridad entre los precios agrícolas e industriales, debido particularmente a la reticencia del Congreso a otorgar costosos créditos en 1938 para detener la caída de los precios agrícolas. En un contexto de un nuevo incremento de la producción, los precios de los productos agrícolas disminuyeron de nuevo, causando graves pérdidas de dinero entre los pequeños campesinos. El problema del empobrecimiento rural se agravó aún más.En materia comercial, los resultados fueron distintamente inferiores a los registrados antes de la crisis. La situación del equilibrio de las cuentas se degradó progresivamente, y la balanza comercial pudo recobrar el equilibrio solamente gracias a una contracción neta de las importaciones, que pasaron de 4400 millones de dólares en 1929 a 2100 millones en 1939. Pese a todo, Estados Unidos aumentó la compra de oro, de tal modo que en el país se encontraba el 70 % de las existencias de oro mundial en 1939.

HERENCIA POLÍTICA Y SOCIAL DEL NEW DEAL

Desde el punto de vista político, el New Deal dejó una fuerte huella, creando una amplia gama de agencias gubernamentales, protegiendo a diversos grupos de ciudadanos (obreros, agricultores, entre otros) que sufrieron la crisis, permitiéndoles hacer contrapeso al poder del empresariado y de los círculos de negocios. La administración Roosevelt generó así numerosas ideas políticas, conocidas por las generaciones siguientes bajo el nombre de «Reforma liberal del New Deal» que han permanecido como fuentes de admiración tanto para críticos como para generaciones posteriores, y que contribuyeron a formar la gran ola de reformas liberales que continuó con la «Gran Sociedad» de Lyndon B. Johnson en la segunda mitad de los años 1960. Siguiendo el modelo de su mentor, Franklin D. Roosevelt, Johnson procuró extender el programa del New Deal más allá de la simple seguridad económica, tomando en consideración los derechos civiles, la educación, la vivienda, y el sistema de cobertura médica, es decir los temas ya abordados por Roosevelt en su particular Carta de Derechos.


DERECHOS CIVILES 

En cuanto a los derechos civiles, las órdenes ejecutivas tales como la Fair Employment Practices Comission, adoptada el 25 de junio de 1941 por Roosevelt, y que prohibía la discriminación a la hora de la contratación en contra de los afroestadounidenses, las mujeres, y las minorías, constituyó un avance que aportó mejores empleos y salarios a millones de personas que pertenecían a minorías. Globalmente, el New Deal se correspondió con una fase de reconocimiento de las poblaciones minoritarias, años antes del inicio del Movimiento por los derechos civiles. La influencia de Eleanor Roosevelt, considerada la primera mujer de un presidente que recuperó el papel activo de la primera dama, se mantuvo cerca de organizaciones como la NAACP, siendo crucial desde 1933. Sin embargo, hay que recordar que el New Deal no fue el disparador del Movimiento por los derechos civiles. De hecho, la inmensa mayoría de las grandes asociaciones en defensa de las minorías tales como la Asociación Universal de Desarrollo Negro y la Liga de Comunidades Africanas (NAACP) fueron creadas a comienzos del siglo XX. Por otra parte, el hecho de que una proporción creciente de afroestadounidenses tuviera un empleo a finales de los años 1930 también valora el hecho de que la economía de guerra implicaba dar trabajo al mayor número posible de personas.

CONTROVERSIAS EN TORNO AL NEW DEAL

Aunque la noción de Estado del bienestar ya aparecía en el New Deal, la influencia de John Maynard Keynes sobre este es casi inexistente. De hecho, la Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero no fue publicada hasta 1936, es decir, cerca de tres años después del inicio del New Deal. Por otra parte, al final de una entrevista entre Roosevelt y Keynes, el primero habría declarado no haber comprendido nada de las declaraciones realizadas por Keynes. Finalmente, autores estadounidenses condujeron desde finales de los años veinte su propia investigación. Foster y Catchings, por ejemplo, en sus obras Business Without a Buyer (1927) y, sobre todo, The Road to Plenty (1928), pusieron el énfasis en la importancia del consumo y cuestionaron la ley de Say, que quería que la oferta creara su propia demanda. Marriner Eccles, presidente de la Reserva Federal de 1934 a 1948, fue según Arthur Meier Schlesinger uno de los más marcados discípulos de Foster. No obstante, el segundo New Deal, cuyas medidas fueron elaboradas por la llamada escuela de los coyunturistas (Alvin Hansen y Foster en particular), fue fuertemente influenciado por los trabajos de Keynes, particularmente por el principio del pump priming («preparado de la bomba»), indispensable para la recuperación económica y para el apoyo de la demanda global.


LORD KEYNES 

En cambio, Keynes contribuyó a la creación del Sistema Monetario Internacional al concluir la Segunda Guerra Mundial, y en respuesta a los Acuerdos de Bretton Woods. De hecho, mientras que el ambicioso programa nacional del New Deal comenzaba a apagarse, Roosevelt se dio cuenta de la importancia de la política exterior convenciéndose, particularmente a partir de las teorías de su secretario de Estado Cordell Hull y de Keynes, de que un comercio sin impedimentos podía ser un camino de paz y prosperidad. Sin embargo, al día siguiente de la firma de los acuerdos, el plan de Keynes no fue el elegido, sino el de su homólogo estadounidense Harry Dexter White, ya que proponía, a ejemplo del modelo de seguridad social del New Deal, la creación de un fondo al que cada país aportaría su contribución. Fue así como se sentaron las bases del Fondo Monetario Internacional y el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento. Estas dos instituciones se inspiraban pues en agencias del New Deal, por un lado por su carácter experimental, y por otro por su incapacidad de adaptarse a las necesidades de la economía, extendiendo sus prerrogativas. Así, la incapacidad del FMI para abastecer de fondos con el objetivo de combatir la subida del comunismo condujo a la creación del Plan Marshall.

VISIÓN LIBERAL CLÁSICA

Milton Friedman, dirigente de la Escuela de Economía de Chicago, fue en su momento favorable al New Deal. Aunque era portavoz del Tesoro, defendió una política keynesiana. En cambio, en 1962, en su obra Capitalismo y libertad, se entregó a una defensa del capitalismo, y a una crítica del New Deal y del Estado del bienestar. Él y Anna Schwartz criticaron entonces el New Deal explicando que «el remedio había estado a punto de ser peor que la enfermedad». Para Friedman, de hecho, la Gran Depresión provenía principalmente de una mala gestión monetaria, cuya oferta debería haber sido aumentada y no reducida. En su Historia monetaria de los Estados Unidos publicada en 1963, desarrolló esta tesis explicando aquella grave crisis económica por las políticas de contracción monetaria llevadas a cabo. Así, Friedman explicó que: «La FED era muy responsable de la amplitud de la crisis de 1929. En lugar de usar de su poder para compensar la crisis, redujo en un tercio la masa monetaria entre 1929 y 1933 … Lejos de ser un fracaso del sistema de libre empresa, la crisis fue un fracaso trágico del Estado.» Friedman denunciaba así el nefasto papel de la intervención del Estado en la economía, y en particular en la política monetaria, llevada a cabo, en su opinión, en el New Deal.

FRIEDRICH HAYEK Y LA ESCUELA AUSTRIACA

Friedrich Hayek, conocido por su liberalismo en la línea de la Escuela austriaca de economía, criticó vivamente el intervencionismo estatal, rechazando la intervención económica en las economías capitalistas. Hayek también criticó el keynesianismo, juzgando que John Maynard Keynes no poseía más que conocimientos limitados en teorías económicas. Mostró así que las políticas keynesianas de reactivación económica, basadas en la utilización del presupuesto público, conducían a la vez a la inflación, al estancamiento económico y al desempleo.

Pero más allá de estas críticas generales, lo que específicamente más molestó a Hayek fue que los principales consejeros de Roosevelt hubieran sido clasificados entre los liberales. Hayek no estaba de acuerdo con John Dewey, uno de sus principales inspiradores, ni sobre la concepción de la libertad, ni en el vínculo entre libertad y limitación, ni en lo que llama su «pragmatismo constructivista». Igualmente, en esta óptica, Friedrich Hayek criticó las cuatro libertades de Franklin Delano Roosevelt en su libro Derecho, legislación y libertad.


Escrito por

dennis falvy

Economista de la Universidad Católica con un master en administración en la Universidad de Harvard; periodista en economía .


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